lunes, 26 de febrero de 2007

Decorando el recibidor

Tras el porche de la casa o el descansillo de la escalera, inequívocamente se llega a un espacio común que ordena el acceso a las distintas partes de la casa: el recibidor. Esta parte del hogar comunica con el salón, el comedor, la zona de servicio y el paso a los dormitorios. Según el tipo de vivienda, tendrá mayor o menos medida y protagonismo.
El distribuidor es la estancia pública; en ella se reciben determinados servicios que no tienen acceso al resto de la residencia, como el correo o el reparto de la compra. Es una zona de paso, de llegado. Ahí se dejan los abrigos, el paraguas, los bolsos y, a veces, incluso los zapatos. Todos aquellos accesorios que se necesitan para desenvolverse fuera de la casa, pero de los que es preciso despojarse al llegar a ella para entrar con libertad al área privada.
Si el vestíbulo atrapa al visitante, el resto de la casa le parecerá hermosa y acogedora, por esta razón su estilo estar bien meditado. Su tamaño debe equilibrarse con el del resto de la vivienda. Así si la casa es pequeña, es recomendable que el recibidor transmita la sensación de amplitud; por el contrario si la casa es grande, debe ser acogedor. El estilo de esta estancia tiene que ser lleno de detalles, pero no recargado.
Un espacio reducido.- Muchas veces, sólo se cuenta con poco más de un metro cuadrado para el recibidor. Por tanto, es una tarea difícil intentar ganar espacio allí donde no existe. La solución idónea es conseguirlo a través de la combinación de efectos ópticos y psicológicos, ya sea con la instalación de un espejo, con el color o con la textura de las paredes.
Los colores fríos por asociación con el agua son el azul, el violeta y el verde. En tonos suaves expresan delicadeza, frescura, infinitud y expansión. Los colores fríos distancian, mientras que los cálidos atraen. Por eso, para una estancia pequeña se utiliza la técnica de pintarla con un color frío único, siempre en matices claros, para conseguir así el efecto de agrandarla visualmente. Otro clásico para lograr este efecto es el blanco, también utilizado en puertas y rodapiés.
El distribuidor en un piso suele carecer de luz natural propia, por lo que es un recurso habitual colocar cristales en la puerta del salón, comedor, para recibir iluminación indirecta. La máxima claridad proviene de pintar el cielorraso de blanco, con una capacidad de reflexión del 60% de la luz recibida. Es bueno que éste no supere los 2,5 metros de altura, ya que un techo excesivamente alto empequeñece todavía más un espacio pequeño. Un recurso eficaz es bajarlo con placas de escayola.
Si no se dispone de un espacio en la casa para tener un recibidor independiente, se puede dotar al salón con algo de intimidad colocando un biombo o un mueble de doble uso, que por ejemplo sea armario por un lado y estantería por otro. Si se quiere que el recibidor tenga luz natural, uno de los tabiques puedes hacerlo de pavés, o con una celosía que combine madera y cristal traslúcido. De esta forma el recibidor tendrá una entrada de luz pero se mantienen separadas las estancias.
Al ser una zona de pasa es suficiente con una luz indirecta que le de cierto encanto. Aquí, y en general en todas las zonas de paso, sí se pueden utilizar halógenos, ya que aunque su iluminación no es la más adecuada por crear zonas de sombra, sí dan a recibidores y pasillos una iluminación general suficiente.

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